Lc 1, 1-4; 4, 16-21
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0. TEXTO
(…)Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y su fama se extendía por toda la tierra de alrededor. Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alababan.
Jesús fue a Nazaret, al pueblo donde se había criado. Un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año de gracia del Señor.”
Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente. Él comenzó a hablar, diciendo:
– Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
1. UN COMENTARIO DEL TEXTO
Lucas es el médico que se convirtió al cristianismo al entrar en relación con las comunidades de Pablo en Grecia. Es alguien de fuera del círculo del judaísmo. Y por tanto, en su mentalidad pretende, en un primer momento, probar la fiabilidad de estos escritos, garantizados por testigos oculares y de confianza. Parece querer decir que no creemos en inventos, sino partimos de hechos atestiguados.
Lucas le sitúa a Jesús en Nazaret, haciendo la presentación inaugural de su misión, en el pueblo que le vio crecer. En la sinagoga. Es una presentación profética. Concretamente, Jesús se siente cumplidor de las promesas de Isaías. Dice el texto: Jesús desenrolla el volumen de Isaías hasta que da con el texto que quiere leerles. No es la lectura “que toca” ese día y además acorta el texto, no lee el texto “día de la venganza de nuestro Dios”, sólo lee las palabras de gracia. Esta es la novedad que introduce Jesús en su tiempo.
El proyecto de Jesús tiene dos partes, una más de atención personal a los más desvalidos: pobres, presos, ciegos, oprimidos. Y otra más estructural social, “el año de gracia del Señor”. El año de gracia era una institución creada en Israel para evitar desigualdades. Cada 49 años, 7 veces 7, se redistribuían las tierras para que nadie, por inclemencias del tiempo o por mala gestión, quedasen en la miseria reducidos a esclavos. Queda recogida en Lev 25 así como el descanso de la tierra para evitar la sobreexplotación.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. Me hago presente: ver, oír, gustar…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo en la sinagoga de Nazaret, con los primeros apóstoles, la gente del pueblo y la familia de Jesús… Vemos las mujeres separadas de los hombres, en una zona adecentada para ellas en la sinagoga, entre ellas María madre de Jesús… Escucho cómo el responsable de la sinagoga da comienzo a la oración del sábado… Hace una señal para que alguien, Jesús en este caso, que ya va teniendo un nombre por Cafarnaúm, haga la lectura y le pasa el rollo del profeta Isaías… Noto la expectativa de la gente…
Se ha hecho un gran silencio en la sinagoga. Le oigo leer con una viva entonación… “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido… Me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista, la libertad a los oprimidos…” los apóstoles escuchan ensimismados… y yo tampoco pierdo detalle. Les suena todo eso tan para ese tiempo, tan para empezar a suscitar esperanzas en tantas gentes sin futuro… Saboreo la esperanza…
Estoy sentado junto a Jesús y le sigo escuchando: “he venido para anunciar el año de gracia del Señor”… Recuerdo que se trata de hacer nacer un mundo con igualdad de oportunidades y un corazón convertido… Se huele en el ambiente un aroma de nuevos tiempos… Y me dice: “qué importante sería hoy hacer desaparecer las abismales diferencias que vivimos entre ricos y pobres, que conducen a una sociedad infeliz: muertos de hambre por un lado y muertos de asco y soledad por otro”… Se me inflama el corazón en deseos de colaborar con el año de gracia…
4. JESÚS Y YO
Al sentarse, los ojos de todos están fijos en Él y nos dice: “hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír”… Qué bueno que vaya a estrenar el año de gracia para que tantas personas, mujeres maltratadas, presas, personas que no ven futuro ni presente, los que tiene que salir de su tierra por hambrunas o guerras, tantas personas rotas y tantos más… Que todos tengan una oportunidad… Disfruto de que Jesús ponga en marcha el año de gracia… Me tomo mi tiempo…
Le cuento a Jesús: “cuántos en esta sociedad gozarán con este anuncio, tantas personas de buena voluntad, personas de mi familia, amigos, voluntarios y voluntarias, tantos que se apuntarían a un futuro con esperanza… incluso tantos cansados de echar a perder su vida”… y le pido que tenga el valor de poder entusiasmar a tantos y acompañar con esperanza…
Le cuento a Jesús que estamos metidos en una sociedad que por una parte está queriendo que la mentira valga lo mismo que la verdad, que los negocios son los negocios, sin ningún límite ni a la carrera de armamento ni a la pornografía… Pero me recuerda “vosotros también celebráis en este tiempo el año de la misericordia, recuerda lo que propone el Papa pidiendo la condonación de la deuda internacional, el compromiso firme de respetar la dignidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural y el utilizar el gasto en armamento para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre”… Haz tú posible el año de gracia.
5. Vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.