Los prejuicios

Mc 6, 1-6

Mártires de la UCA

0. TEXTO 

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos le acompañaron. Cuando llegó el sábado comenzó a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oir a Jesús, se preguntaba admirada:

–¿Dónde ha aprendido este tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros que hace? ¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?

Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo:

–En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa.

No pudo hacer allí ningún milagro, aparte de sanar a unos pocos enfermos poniendo las manos sobre ellos. Y estaba asombrado porque aquella gente no creía en él.

Jesús recorría las aldeas cercanas, enseñando.

1. SITUACIÓN explicación breve del texto

El pueblo donde se crió Jesús, Nazaret (se traduce como la Flor) en una pequeña colina, en torno a 150 habitantes y tiene su sinagoga. Se conocen todos. Cada uno tiene su mote y su fama. Muchas veces se llevan demasiado las cuentas unas familias a otras, unos clanes familiares a otros… Solemos decir en euskera: pueblo pequeño infierno grande. Sus convecinos tienen muchos prejuicios hacia él, le conocen desde pequeño. Saben que ha ido al Jordán donde Juan y desde entonces algo ha cambiado. De dónde saca eso. O bien desconfían, o le tienen envidia.

Y en la sociedad en la que vivió le sucedió lo mismo. Si hubiera ido a la universidad de los rabinos, y se hubiera formado como San Pablo por ejemplo, o bien en la escuela del fariseo Gamaliel, hubiera sido otra cosa. Pero Jesús es de un pueblo perdido, es de campo y no de ciudad, no tiene estudios, se gana la vida con sus manos, es uno de tantos. Todo esto jugaba en su contra. No le creyeron por sus orígenes de Nazaret, un pueblo que ni salía nombrado en la Escritura o simplemente por ser un campesino con “pocas letras”, aunque mostró un magnífico conocimiento de la Escritura.

Pero Jesús muestra que lo importante es la realidad, “por sus hechos los conoceréis”. Lo mismo cuando desconfiaban los judíos de él: “Las obras que yo hago son las que hablan de mí”. Gracias a que fue uno de tantos, su propuesta es válida para cualquier persona, para los que son “uno de tantos”. Y así el cristianismo no es algo enrevesado sólo accesible a unos cuantos privilegiados, sino que es algo para ser comprendido y vivido por cualquiera, algo universal. De hecho, Jesús estuvo con los que menos contaban en aquella sociedad. Si ellos pueden comprender y vivir su mensaje, lo puede comprender cualquiera. La clave del ser persona no es tener conocimientos sino humanidad.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena como si presente me hallase. Por el camino Jesús les cuenta a sus discípulos la vida de su pueblo, Nazaret: “somos pocos vecinos, vivimos al día, hay quienes tienen problemas con todos, otros son respetados… Algunos miran por el bien de todos, otros necesitan ser perdonados, tiene diversas motivaciones para vivir, creen en Dios a su manera…” Se extiende ampliamente contándonos algunas anécdotas… Escucho la vida del lugar donde se crió Jesús, con el resto de los niños del pueblo… Saboreo su historia, sus relaciones, sus motivos para vivir…

Acompaño a Jesús, cuando va llegando a su pueblo, con fama de persona que trae novedades interesantes y ha conseguido un cierto reconocimiento en Cafarnaúm, la cabeza de partido diríamos… Le acompaño en la llegada a su casa, a casa de María… Me fijo cómo va saludando a sus vecinos… A tantos con quienes ha compartido su vida, a quienes ha hecho algunos trabajos, a quienes ha ayudado a hacer algunos procesos de paz… Me tomo mi tiempo…

El sábado, acompaño a Jesús a la sinagoga, con sus discípulos. También me mira a mí y me anima a que le acompañe… Llegamos tomamos sitio… y el jefe de la sinagoga le cede la palabra… Jesús toma el texto y lo comenta. Llega ilusionado para contar a los suyos más cercanos, lo que ha ido descubriendo en el Jordán y en el desierto de Judea con Juan el Bautista… Cómo Dios quiere traer nuevos tiempos para TODOS. Que Dios se parece mucho más a un Abbá que a un juez… Yo escucho entusiasmado y me parece que los demás también… Cómo me siento… Qué pido…

4. JESÚS Y YO

DOS TEMAS. LA DESCONFIANZA Y LA ENVIDIA. Los prejuicios.

Y cuando Jesús termina de hablar comienzo a percibir un ambiente raro, empiezan algunos a comentar: “¿Dónde ha aprendido este tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los signos, señales, milagros que hace? ¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros?” No quisieron hacerle caso… Me quedo desconcertado… Me tomo mi tiempo para asimilar el rechazo…

Jesús se dirige a mí y me dice: “En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra, entre sus parientes y en su propia casa”… Me doy cuenta de que le ha afectado… No se lo esperaba… y me sitúo junto a Él… Me recuerda: “¿no te ha sucedido a ti que al compartir cosas que te habían ayudado a vivir, y les podían ayudar a tus oyentes, lejos de eso, cuestionan lo que te da vida, incluso lo rechazan desconfiando de tus intenciones?”… Aprendo a asumir los rechazos y los prejuicios con Jesús… Qué pido…

Jesús me sigue comentando: “yo no me puedo callar que Dios es Abba (padre de todos), que ama gratuitamente a toda persona de la humanidad, porque todos son sus hijos, su hijas… y por tanto,  actuar en consecuencia”… Me doy cuenta de la vocación profética de Jesús… Le cuento los prejuicios que tanta gente tiene, hoy, a lo religioso (a lo mejor es que hemos tenido poder o lo hemos hecho mal)… Como si fuera cosa del pasado o de personas con pocas luces… Y Jesús: “ya ves, la historia se repite”… Me tomo mi tiempo

5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos; de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … Suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Y termino escribiendo lo vivido, para que me ayude a fijarlo en mi vida.

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