Los dos uno, de la misma carne.

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Mc 10, 2-16

Imagen de Pixabay

 

0. TEXTO (leer la parábola entera).

Algunos fariseos se acercaron a Jesús, y para tenderle una trampa le preguntaron si al esposo le está permitido separarse de su esposa. Él les contestó:

– ¿Qué os mandó Moisés?

Dijeron:

– Moisés permitió despedir a la esposa entregándole un certificado de separación.

Entonces Jesús les dijo:

– Moisés os dio ese mandato por lo tercos que sois. Pero en el principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.

Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. Jesús les dijo:

– El que se separa de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.

1. SITUACIÓN, explicación breve del texto.

Todos admitían el divorcio porque así lo permitía la Ley de Moisés. El Deuteronomio (en el capítulo 24, versículos 1 y siguientes) decía: «Si uno se casa con una mujer y luego no le gusta porque descubre en ella algo vergonzoso, le escribe el acta de divorcio, se la entrega y la echa de casa…». Le hacen la pregunta para ver si es fiel a la ley de Moisés. Recordemos que una mujer repudiada quedaba con un estigma social para siempre y este derecho de repudio sólo lo tenían los hombres

Jesús les responde, no basándose en la ley de Moisés sino en el Génesis: “En el principio de la creación, Dios los creó hombre y mujer” (Gen1,27). Y continúa no con (Gen 1,28): ”Creced y multiplicaos…” sino con (Gen 2,24): “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”. Lo que quiere transmitir con esto es que, en primer lugar, la esposa es de la misma carne. Es decir, pide la relación de lealtad debida a los de la propia familia. Y, además, misma carne significa que participan de una misma vida humana y de una misma relación social, la cual está por encima de las relaciones de la propia familia de origen.

Con el tema del divorcio Jesús sitúa a la mujer en pie de igualdad con el hombre. Habla de que la mujer también se divorcia del hombre. El horizonte al que aspira Jesús es el de ser los dos uno. Y sin embargo en su práctica acoge a muchas personas con su matrimonio roto: la adúltera, la samaritana… Lo mismo sucede con el tema del dinero: el horizonte es la plena disponibilidad de sus bienes, pero acoge al joven rico a pesar de que no le sigue. Y en relación con los que han puesto su corazón en las riquezas, Jesús dice que para Dios nada hay imposible.

2. Ahora comenzamos propiamente la oración. HACEMOS SILENCIO.

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE (revivo LA ESCENA). VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo allí donde los fariseos se le acercan a Jesús, como si presente me hallase, con mucha gente. Le traen una pregunta bien preparada para ver cómo «pillarle» en sus palabras y, si con su sensibilidad de cercanía a las mujeres, se salta la Ley en este punto. Por tanto: “¿Le está permitido al esposo repudiar a su esposa?»… Se hace un silencio grande porque esto es algo muy delicado entre quienes le escuchaban, hombres en su gran mayoría… Aprendo con Jesús a situarme ante preguntas malintencionadas que buscan desacreditar… ¿Cómo me siento? Me tomo mi tiempo.

Soy consciente de que Jesús toma aliento y los Doce también… Escucho cómo Jesús les devuelve la pregunta: “¿Qué dice la ley”…  quiere decir su Palabra:  «Al principio no fue así», “Dios los creó hombre y mujer”… Saboreo la radical igualdad que Jesús aplica a hombres y mujeres… Aprendo de su sabiduría y de su libertad para plantear lo más verdadero…

Con los Doce y la gente sigo escuchándole interpretar la Escritura, uniendo textos tomados de distintos lugares, conforme a su experiencia de Abba. Así se salta “el creced y multiplicaos” y cita “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona. Así que ya no son dos, sino un solo ser” ¿Cómo me quedo? Gusto el reconocer la dignidad e igualdad de la mujer en relación al hombre…

4. JESÚS Y YO. 

Jesús me mira con su mirada penetrante y misericordiosa… Le importa la situación de relación entre hombres y mujeres, pues su grupo es especial y tiene seguidoras… Me repite a mí: ”Serán los dos una sola carne”… Caigo en la cuenta de que es algo nuevo que no está en su cultura porque la familia decidía los matrimonios… Paladeo el amor en libertad de dos personas sin tantos intereses familiares…

Estoy en casa cuando los discípulos le preguntan de nuevo acerca del “ser los dos una sola carne”… Es entonces cuando pone a la mujer a la altura del hombre: “Si el hombre puede divorciarse, también la mujer”… Lo hace en negativo… pero agradezco que a la parte más débil le reconozca una dignidad y un derecho que no existían… ¿Cómo me quedo? ¿Qué pido?…

Presento a Jesús tantos matrimonios actuales rotos… le cito algunos nombres… le pido por ellos y por los que se han vuelto a casar… Traigo el recuerdo de muchas personas que trabajan con matrimonios que  necesitan ir asumiendo sus ruptura… Le pido por tantos matrimonios para que vayan creciendo en sentirse la misma carne, ser los dos uno… Le pido a Jesús que yo también pueda ser cauce de reconciliación, de mediación, de sanación de heridas…. y noto como si tocase mi corazón y me capacitase para ello… Me tomo mi tiempo…

5. Y vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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