Lc 17, 5-10
0. TEXTO (leer los versículos enteros)
Los Apóstoles dijeron al Señor:
– «Auméntanos la fe».
Él respondió:
– «Si vosotros tuvierais fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijerais a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella os obedecería.
Supongamos que uno de vosotros tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: «Ven pronto y siéntate a la mesa»? ¿No le dirá más bien: «Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después.»?
Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó. Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os mande, decid: «Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber»».
1. SITUACIÓN
El evangelio de Lucas, trata de ir descartando en quién poner nuestra confianza. Domingos anteriores hablábamos de no ponerla en las riquezas; hoy se refiere a no ponerla en las buenas obras. Y ello con dos ejemplos: «Auméntanos la fe» y la parábola de los siervos inútiles.
Auméntanos la fe. La fe, la confianza, no se puede aumentar desde fuera, es algo dado a todo ser humano desde la creación: “Y vio Dios que era bueno”. La confianza es como una semilla, una capacidad presente en todos los seres humanos. ¿Cómo se desarrolla? Porque Dios confía gratuitamente en cada ser humano. Y nosotros confiamos en Él. Dios va “creando y criando”, en su texto del Principio y Fundamento, y “trabajando por mí en todas las cosas” en la contemplación para alcanzar amor. Y nosotros respondemos gratuitamente a su confianza.
Se trata de estar atento a lo que Dios va trabajando en la semilla que es cada persona y en la semilla del mundo, en las relaciones, en el arte, en la educación, en la economía, donde la siente crecer, donde percibe su desarrollo, donde sintoniza, vibra con su crecimiento, donde sufre con su ausencia… Aprender descubriendo los modos de hablar de Dios. Cuando yo hago silencio en mí es cuando Dios puede hablar. Se trata de desarrollar un olfato especial para husmear la presencia de Dios en la historia y en mí, así como otros tienen un olfato especial para el dinero.
Y ¿siervos inútiles? Ese es el estilo de relación del Antiguo Testamento, la relación amo-siervo. Por eso les recuerda Jesús en este texto a los que buscan méritos, que el siervo no tiene méritos. Es siervo y por tanto cumple. Pero en el Nuevo Testamento, en el evangelio de Juan, es diferente. Jesús les dice a los suyos: “A vosotros ya no os llamo siervos, a vosotros os llamo amigos“. Pasamos de la obligación servil al ámbito de lo gratuito, de la amistad y del amor. Hacemos las cosas gratis, como las hacen los verdaderos amigos, como las hacen los verdaderos padres e hijos.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Entro en el texto, me hago presente en la escena camino de Jerusalén… Lo hago uniéndome a la situación que están viviendo los Doce con Jesús… y les oigo que le hacen una petición: «Auméntanos la fe»… Jesús se les queda mirando y responde como acostumbra con una exageración: “Si vosotros tuvierais fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijerais a esa morera que está ahí: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», ella os obedecería”… Les refiere a la propia experiencia de los Doce… sonrío con la imagen de Jesús… y descubro que a mí me pasa lo mismo… Me tomo mi tiempo…
Estoy con los Doce que comentan que Jesús no puede hacer mucho más para que tengan fe, para que confíen… “Nos ha dado su ejemplo de vida y sus palabras”… Y Pedro: “Nos toca a nosotros confiar o no en Él”… Me recuerda la parábola de la vid y los sarmientos: Cómo dejar que por el sarmiento que soy yo pase la savia de la vid que es Jesús… Así se da la confianza… Hago memoria: “Permaneced en mí, en esa confianza, y así daréis mucho fruto”… Saboreo ese vivir conectado como los sarmientos a la vid… ¿Cómo me siento? ¿Qué pido?
Sigue Pedro: “Se trata de estar atentos para descubrir cómo Dios va trabajando la semilla de la confianza en ti y en el mundo”… Entiendo que esa semilla de confianza es la capacidad de sintonizar con los sentimientos de Jesús. Así conectado a Él voy notando qué se mueve en mí cuando leo su palabra, con qué texto vibro. Y lo mismo qué se mueve en mí cuando miro-siento acontecimientos, noticias del mundo que habito… Asiento con los Doce que la confianza consiste en que me vaya fiando de Él en todas las situaciones de la vida…
4. JESÚS Y YO. ME SITÚO EN EL HOY.
Jesús mira a la multitud y en un momento en que su mirada se cruza con la mía, me dice: “Aprende a descubrir los modos de hablar de Dios… La oración necesita que escuches… y escuchar quiere decir que haces un momento de silencio para olvidarte de todos los ruidos que tienes en tu cabeza preocupaciones, miedos… cuando haces silencio en ti, es cuando Dios puede hablarte… y así entras en su sintonía, conectas con sus deseos sobre ti y sobre tantos otros…» Me tomo mi tiempo para saborear…
Continúa recordándome: “Dios te habita, estás habitado por su confianza y se trata de que le dejes espacio, te vacíes de tus intereses para que pueda tener sitio Su voluntad”… Yo le digo a Jesús: “Quiero darle confianza a Dios, Abba, porque su voluntad sobre los seres humanos está llena de entrañable misericordia… yo no llego ni de lejos a querer a los demás ni a quererme a mí como Él me quiere”… por eso puedo confiar en Él… Jesús me escucha, asiente…
Sigue Jesús: “Cuando vivís así, no sois siervos inútiles, sois mis amigos, porque todo lo que me ha dado mi Padre os lo he dado a conocer… el siervo no sabe lo que hace su señor… vosotros sí sabéis lo que me mueve, he confiado en vosotros, conocéis lo que siento y deseo”… Eso es lo que Jesús me cuenta a mí su amigo y a nosotros sus amigos… y gozo con la confianza que recibo de Él…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.