Mc 6, 30-34
0. TEXTO (leer la parábola entera).
Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Jesús les dijo: «Venid, vosotros solos, a descansar un poco a un lugar apartado, al desierto.»
Al bajar Jesús de la barca vio la multitud y sintió compasión de ellos porque estaban como ovejas que no tienen pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
1. SITUACIÓN, explicación breve del texto.
En este texto vemos la necesidad de “evangelizar los éxitos” después de jornadas llenas de entusiasmo y frutos en la misión. Tras ser enviados los 12 de dos en dos, tras abrir caminos a una palabra de esperanza, a una curación gratuita y a expulsar el mal de su alrededor, Jesús les invita al desierto. Para que el éxito no se les suba a la cabeza. Para transformar el éxito en lo que Dios quiere que hagamos con él.
Cientos de personas como ovejas sin pastor, sin saber por dónde tirar, qué hacer con su vida, agobiados y aplastados con tantas leyes (en aquel tiempo religiosas), con tantos impuestos, con tanto control y con la necesidad de conseguir el alimento cotidiano… Acostumbradas a cumplir y cumplir. Todo les era impuesto desde el exterior, sin casi posibilidad de decidir por sí mismas. Se mueven cual rebaño, sin vida interior, sin criterios, sin saber a qué atenerse.
La opción de Jesús: mirar con misericordia y enseñarles con tiempo. A partir de sus inquietudes, las cuales conocía bien. Les va situando sus preocupaciones en otro plano, en otra narrativa, en otra manera de comprender la vida, en el Dios que se preocupa de todas las criaturas, hasta de las flores del campo más pequeñas, y cómo no, de sus personas, de sus sufrimientos, de sus heridas, de sus miedos… Jesús suscitaba la confianza en un Abba que les quería con ternura, que no llevaba cuentas, que quería su vida y no la sumisión, que quería sentarles a Su mesa y no dejarlos fuera.
2. Ahora comenzamos propiamente la oración. HACEMOS SILENCIO.
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE (revivo LA ESCENA). VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con Jesús y los Doce cuando han vuelto de su misión, enviados de dos en dos. Miro cómo le cuentan a Jesús todo lo que han vivido en esa misión… Lo que han propuesto de palabra y obra “anunciando que el Reino está cerca, que Dios es alguien de toda confianza… imponiendo sus manos y curando…”, el mal iba retrocediendo, las personas se reconciliaban… Y yo me ilusiono escuchándoles… ¿Cómo me siento? ¿Qué me sale pedir?… Me tomo mi tiempo.
Escucho la reacción de Jesús, que se da cuenta de que hay que enfriar un poco los entusiasmos, poner las cosas en su sitio… “Vamos a tomarnos un día de desierto. Vamos a hablar y ver cómo hemos vivido estos éxitos”… Jesús enuncia “hemos conseguido que nos hagan caso, tenemos gancho y somos importantes para ellos… Pero vamos a ver cómo agradecemos lo recibido y seguimos en su sintonía”… Yo también me ilusiono con la posibilidad de aprender a vivir este cambio…
Los Doce toman las provisiones para el día y se suben a la barca con Jesús, y yo con ellos… Colocan el mástil con la velas y van camino de algún lugar que ya conocen y que les ayude a profundizar… Todos tenemos nuestros lugares… Cuando llegan, me doy cuenta de que va apareciendo una multitud de personas… Miro a Jesús… Jesús, que mira a la gente con compasión, se compadece de ellos… También mira a los Doce y a mí… como deseando que acompañemos con misericordia… ¿Cómo me siento?… ¿Cómo me sitúo?… ¿Qué me sale desear para tantas personas?…
4. JESÚS Y YO.
Acompaño de cerca a Jesús, que se toma su tiempo, sin prisa, también conmigo… Sugiere imágenes del Reino de Dios por medio de parábolas: la perla preciosa, la oveja perdida, la semilla de mostaza, el trigo y la cizaña… Cuando miro a quienes escuchan, me doy cuenta de que vibran interiormente, que Sus palabras conectan con los anhelos profundos y verdaderos de los oyentes y hacen brotar en ellos la esperanza… Me tomo mi tiempo para ver la transformación que se va obrando allí…
En un momento de descanso le cuento a Jesús la situación de dos tipos de personas de nuestra sociedad “los infortunados cautivos de la escasez y los afortunados cautivos de la diversión”. En cuanto a los segundos, son personas que funcionan con el criterio de pasarlo bien (vacaciones, fiestas… ) que, sin embargo, les deja un vacío que buscan llenar con emociones cada vez más fuertes y al cabo del tiempo ven que por ahí no hay vida… Jesús me dice “Por qué no prueban a pasar de querer todo para sí, a salir de sí, de sus intereses”… Traigo a mi recuerdo la mirada de Jesús, la que sale de sí y se fija en los otros, la mirada compasiva… Pido vivirla y así poder decir una palabra a quienes se ahogan en sus vacíos de sentido…
Escucho a Jesús recordándome: “qué bueno sería que estos segundos descubrieran que el ponerse en relación con los infortunados cautivos de la escasez les salva: les salva de los afanes de diversión, de la necesidad de acumular relaciones, conquistas, posiciones… les salva del camino equivocado, del camino de la náusea y del asco, y les coloca en el camino de la vida”… Descubro que sintonizando con esa mirada misericordiosa unos y otros salimos adelante, tejiendo juntos caminos de fraternidad… Y pido de corazón introducirme por esta senda…
5. Y vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús.
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.