Este es el cordero de Dios

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Jn 1, 29-34

Imagen de Rachel Claire (Pexels)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros).

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:

– «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»

Y Juan dio testimonio diciendo:

– «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

1. SITUACIÓN                                                         

Cuando Juan evangelista escribe el evangelio todavía hay disputas con los seguidores de Juan bautista acerca de quién era mayor, si Juan o Jesús. Por eso el evangelio quiere dejar claro que no hay rivalidad sino acuerdo en la misión que cada uno lleva a cabo. Sitúan a Juan como precursor, y así queda también situado en la historia.

Desde el comienzo, el evangelio de Juan describe la imagen que quiere desarrollar a lo largo de su escrito: “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Cordero de Dios. Recordemos que el cordero pascual era el recuerdo de la liberación, el recuerdo de la salida de Egipto, donde se pintan las jambas con su sangre para salir todos a una sin dejar a nadie. Y es alimento, la carne del cordero, con la que inician las jornadas por el desierto.

Jesús, Cordero de Dios, es el nuevo símbolo de la liberación no violenta. Y así es como quita el pecado del mundo, es decir, la opresión, la violencia, la injusticia que produce odios, rencores, deshumanizaciones, heridas, daños, etc. Jesús con su actuación es capaz de superarlos. Y nos da la clave para que nosotros hagamos lo mismo. Ese es el sentido de la oración: “Este es el cordero de Dios…” antes de la comunión. El deseo de hacernos uno con Él y por tanto actuar como Él.

Otra consideración a tener en cuenta: Para Jesús es clave no oprimir y, por tanto, en la relación con sus seguidores les responsabiliza, no los convierte en borregos (ej. texto de los panes Mc 6); y además de no oprimir, invita a no dejarse oprimir. Por eso va tomando distancia de la familia, del Templo, de las comprensiones, de los escribas, de sus discípulos… ganando en libertad y animando a que otros hagan lo mismo.

2. HACEMOS SILENCIO

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en el desierto de Judá, como si presente me hallase, no lejos del Jordán donde Juan bautizaba… Le veo hablando con dos de sus discípulos al comienzo del día, que es cuando se preparan las disposiciones personales para vivir la jornada conectados con el Dios de la Vida… cuando uno aprovecha para ver qué resuena dentro de sí para luego poderlo vivir y trasmitir… Disfruto del momento, me tomo mi tiempo…

Junto con los discípulos de Juan me encuentro con Jesús, que es uno de los que está en el desierto haciendo su tiempo de discernimiento y de oración, un tiempo de escucha de lo que Dios desea para Él y un tiempo de austeridad de medios para vivir poniendo su esperanza en Dios… ¿Cómo me siento?… Acompaño a vivir la escucha y la intemperie…

Coincido con Juan cuando se dirige a los dos discípulos que le acompañan en ese momento y les dice: “Este es más que yo, es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo… este sí que, unido a Dios como está, va viviendo de manera nueva los conflictos, los odios, la violencia, las relaciones… este sí que va dando un sabor nuevo a todo… así el Mal va desapareciendo a su paso con el perdón y el amor…” Saboreo el momento de inicio de algo nuevo que nos anuncia Juan…

4. JESÚS Y YO. ME  SITÚO EN EL HOY

Sigo escuchando a Juan, con esa voz recia: “Este está habitado por el Espíritu Santo… porque sentí en mi interior como una palabra: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”… Y fue sobre Jesús que esto sucedió. Por eso, puede bautizar con Espíritu Santo”… Escucho a un hombre con los pies bien en el suelo que nos cuenta algo que para él tiene credibilidad y para mí también… y me abre futuro… Me tomo mi tiempo.

Aprovecho para comentar con Juan lo que me preocupa: “Qué importancia tienen los tiempos de desierto, los tiempos de pararse uno mismo para escuchar, para conectar con nuestro centro y no vivir siempre sobre la cresta de la ola… Qué importante poder despejar nuestro espacio vital de llamadas de móvil, de ruidos, de todo lo que nos dispersa…” Me responde firme: “Ánimo, en tus manos está hacerlo”… Me tomo mi tiempo…

Esta vez, más recio aun, nos dice: “Yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”… Me sugiere: Jesús nos ha dado un nuevo status humano, el de hijos de Dios, hermanos entre nosotros, de la misma familia, llamados a hacer de nuestro mundo un hogar donde se viva en fraternidad… Agradezco a Juan: “Gracias por la confianza que nos has dado. Gracias por contarnos los secretos que te dan vida»… Me tomo mi tiempo…

5. COLOQUIO

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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