Lc 15, 11-32

0. TEXTO (leer los versículos enteros)
1. SITUACIÓN
Jesús sigue subiendo a Jerusalén, encontrándose con personas y situaciones diversas. En esta ocasión se encuentra con recaudadores y pecadores, es decir, gente de mal vivir: los que por causas diversas han echado su vida a perder y se han quedado sin oportunidades, los de los pequeños delitos que siempre acaban en la cárcel, los de profesiones innobles… ¿Qué tendría Jesús que todos ellos se le acercaban? Esta situación provoca el reproche de las que son «personas de bien». Y Jesús les cuenta esta parábola del Padre de los dos hijos.
Por lo que se ve, el hijo Menor va a su bola, hace su vida, no le importa su padre ni su hermano, sólo estrenar la libertad y satisfacer sus deseos de pasarlo bien. Hace todo esto hasta que se hunde como persona y comienza a ganarse la vida en lo último de lo último. Pero todavía le queda conciencia y la experiencia de una familia buena en la que se crio y, cuando le falla todo, se acuerda de ella, de su Padre. Entrando en sí, ese recuerdo le da la fuerza para salir del fondo del abismo y comenzar el regreso a casa. (Aunque la motivación de fondo no era el daño que había hecho a su Padre y a la familia sino dejar de pasar hambre).
Para su sorpresa su padre le brinda un gran recibimiento… Nunca se hubiese podido imaginar que su Padre le quisiese tanto, ni que habiendo hecho lo que hizo, su Padre le pudiese recibir así. Alguien le quiere a pesar del desastre en que ha convertido su vida y del desastre que ha hecho en su familia.
Por el contario el hijo Mayor seguía en casa, en el hogar, en la Iglesia. (Siendo catequista, de Cáritas y los grupos de profesionales cristianos, sin darle las horas del día para la actividad que desplegaba…). Llega cansado a casa y encuentra al padre que ha hecho fiesta porque ha recobrado a su hijo sano. El padre sale a buscarle para celebrar y el hijo mayor se enfrenta a él: ¿O sea que ese desastre sí y yo que siempre cumplo, no?
El Padre le hace caer en la cuenta de su situación al mayor: “Hijo, yo siempre estoy contigo (no te he dejado de querer un día de tu vida). Todo lo mío es tuyo (tu hermano ha malgastado su herencia, no tiene nada)». Le insta a situarse desde la misericordia con el hermano y no desde los méritos propios: «¿No debieras alegrarte porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida? Estaba perdido y ha sido hallado” ¿No te sale hacer eso con tu hermano a pesar de estar tantos años en mi casa, en la Iglesia?
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me sitúo con Jesús y los Doce en el momento en que fariseos y doctores de la ley critican a Jesús porque acoge y está con los perdidos, con los recaudadores de impuestos para el ejército de ocupación, con los que han estafado, con los traidores al Pueblo… También con gentes que han hecho daño o personas de mala fama reconocida… Con los que por lo que sea han echado a perder su vida y la de otros y quieren salir de la sima en la han caído… Se oye: “Estos no tienen solución ni perdón de Dios… ¿Por qué pierdes el tiempo con ellos?”… Lo escucho yo con los Doce también les cuesta entender lo de Jesús… y a mí con ellos… Me tomo mi tiempo…
Al poco escucho a Jesús que toma la palabra y empieza a contar una parábola: “Un padre, dos hijos… El hijo menor, un pieza al que no se le ocurre más que pedir la herencia… la cual el padre no tenía obligación de darle… Era una manera de romper totalmente con el padre”… Me quedo apesadumbrado: ¿Cómo puede hacer eso un hijo con un padre?… No pierdo detalle de la escena. ¿Cómo me deja?…
Continúo cerca de Jesús que sigue narrando: “Pasa el tiempo… después de gastar toda la herencia en juergas, placeres… hundido en la miseria… entra dentro de sí y se dice: ¿Qué desastre he hecho con mi vida?… En medio de esos pensamientos se acuerda de la experiencia de su padre, alguien bueno y misericordiosamente justo”… Quiero no perderme ninguna de las palabras de Jesús… Deseo ir a una con el corazón misericordioso del padre… ¿Cómo me siento?…
4. JESÚS Y YO. ME SITÚO EN EL HOY.
Me hago presente en la vida de ese hijo… me siento cerca de él, mal vestido y maloliente, el cual se dice para sí: “Voy a ir a donde mi padre… aunque he sido un canalla, un mal hijo… pero tendré de comer y aquí me muero de hambre”… Descubro que no le preocupa lo que habrá sufrido el padre por haberle perdido, el daño que ha hecho en la reputación de la familia… sino el no morirse de hambre… Todavía no ha salido de sí… Aprendo a bucear en las intenciones de las personas… ¿Cómo me siento?… Es un primer paso el darse cuenta…
Se pone en camino y yo camino con él. Le noto avergonzado… muerto de hambre, sucio, culpabilizado… pero es la manera que descubre para salvarse de morir de hambre… Divisa a lo lejos la casa de su padre… Y de pronto vemos que un hombre mayor viene corriendo… es su padre… jadeante… y le falta tiempo para abrazar al hijo desarrapado y fracasado que vuelve derrotado… Noto que el hijo no se lo puede creer… Me detengo tiempo en la escena… le pone el anillo por el que le reconoce como hijo… llora de alegría y de vergüenza por su comportamiento… Disfruto de ese recibimiento…
Al tiempo acompaño al Padre que sale también a buscar al hijo mayor para que entre a celebrar… Escucho sus reproches y escucho al Padre: “Hijo, yo siempre estoy contigo, no te he dejado de querer un día de tu vida. Todo lo mío es tuyo. Tu hermano ha malgastado su herencia, no tiene nada… ¿No debieras alegrarte porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida? Estaba perdido y ha sido hallado” ¿No te sale eso con tu hermano a pesar de estar tantos años en mi casa, en la Iglesia?… Escucho entre admirado y entusiasmado las palabras del padre al hijo mayor… Me tomo mi tiempo…
Entonces el padre se sienta junto a mí. “Que difíciles son estos hijos… cuando parecía que ya estaba la familia se me va el pequeño… Cuando vuelve el pequeño el mayor no quiere sentarse a la mesa con el menor”… Le escucho… y pido poder hacer familia, hacer lugar de encuentro allí donde esté viviendo… Pido tener sus sentimientos…
5. COLOQUIO
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.