Mc 9, 2-10
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0. TEXTO
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: «Este es mi Hijo muy querido, escúchadle». De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría «resucitar de entre los muertos».
1. SITUACIÓN explicación breve del texto
Contexto del evangelio de hoy. Tras el signo de los panes, Jesús, les plantea a la gente: “Vosotros me seguís porque habéis comido hasta hartaros, no porque habéis visto la señal”, es decir, no se han fijado en lo que han hecho, compartir, que les impulsaría a vivir compartiendo. Y en la misma conversación les plantea: “Quien no coma mi carne y beba mi sangre”, es decir, quien no esté dispuesto a arriesgar su vida, “no puede ser mi discípulo”. Jesús no está para que se harten de pan, sino para que conformen su vida a la experiencia que han vivido de los panes, compartan su pan. Dice el evangelio que después de este diálogo “muchos se echaron atrás y ya no seguían con él…” (Jn 6, 66-71). Es lo que los entendidos llaman, la Crisis Galilea, la crisis de Jesús.
Ante esta situación, qué hace Jesús. Se dedica a repensar su misión. De momento pone tierra por medio. Sale del país. Va hasta Cesarea (Mc 8, 27), pasando por Tiro y Sidón. Se trata de parar y tomar distancia para ver cómo seguir la misión. El texto que vamos a contemplar en el Monte Tabor, es muy simbólico, con reminiscencias del AT: el Monte semejante a Sinaí, la nube como presencia de Dios, la voz semejante a Moisés cuando recibe las tablas de la ley, los personajes, Moisés y Elías, representantes de la ley y los profetas. La plenitud del AT, los dos que han “visto a Dios” en la cumbre del Sinaí.
En el texto anterior a la transfiguración, Jesús les ha dicho a Pedro y a la gente: “el hijo del Hombre va a ser entregado…” En este texto, Jesús quiere preparar a los discípulos para lo que pueda llegar. Estos esperan de Jesús un mesianismo triunfante. El que la misión acabase mal, quedaba fuera de sus expectativas. La transfiguración, es una experiencia semejante al bautismo. Pero esta vez la voz va dirigida a los apóstoles, para que la escuchen Pedro, Santiago y Juan. Los más amigos, o los que tienen más dudas de fe. Y la voz tiene una novedad: “este es mi hijo amado, ESCUCHADLE”. Escuchadle, seguidle porque aunque esto tiene pinta de acabar mal, es de Dios. El Reino de Dios, la fraternidad que comienza Jesús, pasa por el rechazo, el sufrimiento y la muerte. Pero termina en la resurrección.
Este texto puede ayudarnos como referencia y apoyo para seguir adelante en proyectos en que estamos metidos y no avanzan, incluso tienen pinta de acabar mal. Por ejemplo, a nivel grande, en apuestas por los inmigrantes, por los Derechos humanos, por los sintecho, por el pleno empleo, por una vivienda digna para todos, por una sostenibilidad ambiental… Y a nivel de nuestras relaciones cercanas, por la presencia con personas con poco futuro, con personas con enfermedades incurables, atendiendo al más tirado de la clase, con personas que tras muchos intentos no terminan de darle vuelta a su vida, etc.
2. HACEMOS SILENCIO
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE: VER, OÍR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Comienzo la contemplación situándome, como si presente me hallase, al final de la subida del Monte Tabor… En el camino les había dicho: “Han cambiado las cosas, la gente nos admira, pero no nos sigue…”. Pero a los discípulos les parecía que todo iba normal… Cuando llegan al lugar, Jesús avanza unos pasos para buscarse un espacio para orar. Los tres le piden vivir la vida en oración como Él, porque de su oración brota esa vida que contagia bondad y verdad… Yo me sitúo junto a ellos con el mismo deseo… Pido de corazón vivir la vida a la escucha de ese Dios que siempre está comunicando, aunque tengamos que descifrar lo que nos quiere decir…
De repente sucede algo que les sobrecoge, algo donde se sienten introducidos… Se van dando cuenta de que están como envueltos en una nube, en una presencia pacificadora… Es algo así como un sueño real: Jesús, junto con la Ley y los profetas, es decir, Moisés y Elías, (la plenitud para un judío del tiempo)… Yo también me sitúo por allí cerca… Oímos como una voz de fondo: “Este es mi Hijo amado, escuchadle”… Los apóstoles saben que están viviendo un regalo del cielo… y veo que lo agradecen de corazón… También yo aprovecho para repetir en mi interior: este es el Hijo amado, escúchale… a fin de recordar lo vivido sin perder detalle…
La experiencia termina y vuelven a la situación anterior… Levantan la vista, pues no se atrevían ni a mirar, y cuando lo hacen, todo sigue en su sitio, como antes, lo cual quiere decir que ha sido una experiencia interior: “ya no vieron a nadie más con ellos, sino sólo a Jesús”… Hay un silencio intenso, están todavía sin poder articular palabra… No saben cómo poner nombre a lo vivido… sigue Jesús con ellos… Siguen en silencio, en paz y con un poso de alegría profunda… Me uno a ellos y aprendo a reconocer la gratuidad de Dios y su modo de expresarse… Me tomo mi tiempo…
4. JESÚS Y YO
Jesús ahora me dirige la palabra para que pueda comprender mejor lo sucedido. Me recuerda lo que les decía a Pedro y los doce: “el hijo del hombre tiene que ser reprobado por el sanedrín, sumos sacerdotes y doctores de la le ley, sufrir la muerte y resucitar…” Y prosigue recordándome lo central de la experiencia: ESCUCHADLE. Escuchadle, aunque aparentemente fracase su misión, escuchadle, aunque nuestra apuesta por la fraternidad termine mal, escuchadle aun cuando sea reprobado… Me tomo mi tiempo para asimilar y aprender que Dios habla en la adversidad… y escucho…
En ese ambiente de profundidad y de verdad, Jesús, se sigue dirigiendo a mí para recordarme: “escucha… el que se empeñe en salvar lo suyo, el que se busca a sí mismo se perderá, pero el que pierda su vida por mí, la salvará”… Aprovecho para contarle a Jesús mis fracasos por la fraternidad… le cuento aquella persona en la que tantas esperanzas y tiempo había puesto y abandonó… aquel proyecto tan comunitario, que se cargaron las autoridades del lugar… y cuando metí la pata en aquella situación y eché todo a perder…Le pido descubrir la acción de Dios en los reveses de la vida… Me tomo mi tiempo.
Sigo en comunicación con Jesús. Le pido que vaya con Él aprendiendo esa felicidad donde no se evitan ni los problemas, ni los sufrimientos, pero ambos se viven con sentido… Y Jesús me recuerda: “se viven en las Manos de Aquel que nunca se separará de ti, en las manos de Aquel que se ha vinculado contigo… de Aquel que te acompaña en las situaciones duras que pueda depararte la vida: cárcel, exclusión, rechazo…” … Pido vivir la oscuridad de los momentos duros, con paz, con esperanza… conectado con esa Presencia que impide que se apague la esperanza… y me tomo mi tiempo para hacerla mía, para asimilarla…
5. Terminamos la oración con un COLOQUIO con Jesús
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado…, lo que parecía que iba para mí… aquello con lo que más me he identificado… un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… o le doy gracias… con un gesto de reverencia, juntar las manos, de agradecimiento, abriendo mis manos o de reconocimiento: señal de la cruz… y voy de nuevo volviendo a este lugar … suelto los pies, abro mis manos… abro los ojos… Termino escribiendo lo vivido, para que ayude a fijarlo en mi vida.