Lc 3, 15-22
0. TEXTO (leer la parábola entera)
La gente se encontraba en gran expectación y se preguntaba si tal vez Juan sería el Mesías. Pero Juan les dijo a todos:
– “Yo, ciertamente, os bautizo con agua; pero viene uno que os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni siquiera merezco desatar la correa de sus sandalias.”
Sucedió que cuando Juan estaba bautizando a todos, también Jesús fue bautizado. Y mientras oraba, el cielo se abrió, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma, y se oyó una voz del cielo, que decía:
– “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido.”
1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)
El bautismo es probablemente el primer dato histórico acerca de Jesús. Aparece en los cuatro evangelios y es algo que sitúa a Jesús como discípulo de Juan; discípulo que con el tiempo supera al Maestro. El domingo pasado la liturgia situaba a Jesús con 12 años. Entonces se daba el paso a la adultez. A los 14-16 años los hombres se casaban, pero Jesús no se casó, como tampoco lo hicieron algunos pocos profetas del antiguo testamento. Desde entones estuvo buscando qué es lo que Dios quería para Él.
La respuesta no le viene de una revelación en oración, sino al caminar con las gentes que se ganan la vida al día y soportan el peso de lo legal. Trae esas situaciones y las pone en relación con el sentir de Dios. Desde ahí con quien más conecta, de los grupos religiosos de su tiempo, es con Juan. Ahí siente su llamada y comienza con lo que Juan propone: un nuevo inicio. Para ello se pone “en la fila para bautizarse con todo el pueblo”.
El texto a continuación está lleno de símbolos y narra en el género literario llamado hierofanía (manifestaciones de Dios) lo que sucedió en el bautismo: Primero, al salir del agua, “vio los cielos que se rasgaban, el cielo abierto”. Nos sitúa en (Is 63,19): «ojalá rasgases los cielos». Segundo: “El Espíritu que desciende en forma de paloma”, (Gen 1,2): «El Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas». Alguien de aquel tiempo que lee este texto lo sitúa perfectamente como una acción clara de Dios.
“Mientras Jesús oraba” en la fila con todas aquellas personas que se sienten necesitadas del perdón de Dios, se escucha una Voz. “Este es mi Hijo amado, mi predilecto”. Esta es su experiencia clave, donde toma conciencia de quién es Jesús y quién es Dios: Le da el nombre de Abba (con las primeras palabras que emplea un niño pequeño cuando comienza a hablar y nombra a sus padres: abba, papa, aita, ama…). Se trata de una experiencia interior única. Algo que le sucedió y le acompañó el resto de sus días… Descubrió lo que Dios era para Él y lo que Él se sentía llamado a ser con aquel pueblo.
2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Me hago presente en el Jordán con Jesús, cuando la gente está pensando si Juan no será el Mesías… Allí estoy situado también en la fila, en el lugar de los bautismos… Contemplo el lugar, veo a la gente, cómo va vestida, la fila para bautizarse, la oportunidad que Juan trae en nombre de Dios y el discurso acerca de su identidad: «Yo bautizo con agua pero Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”. No pierdo detalle… Pido vivir esa sinceridad de Juan sabiendo su sitio, no para sentirse el más importante… Pido ese espíritu de Juan…
Sigo cerca de Jesús, en la fila donde están aquellas personas que desean iniciar una nueva vida, una conversión porque lo que llevan no es vida…Voy respirando el ambiente de esperanza que se vive… Cómo van pasando una tras otra con el deseo de dejar en el agua del rio su vida pasada de excesos, de placeres, de apuestas, de violencias domésticas… Para que el agua se las lleve y puedan comenzar una nueva vida purificada…
Acompaño a Jesús en el momento de su bautismo. Juan le toma de la cabeza y le sumerge en el agua… Al salir del agua descubro a Jesús en oración, transformado, con una alegría inmensa… No pierdo detalle… Algo le ha sucedido… Doy gracias porque Dios se comunica a las personas que confían en Él, que le escuchan, que desean sintonizar… Que desean vivir esa sintonía como una comunicación permanente… Me quedo sin palabra, haciendo mío ese momento…
4. JESÚS Y YO.
Mientras tanto llega el momento de mi bautismo… Me late el corazón con fuerza, son de esos momentos intensos en la vida… Se va acercando el momento de iniciar un algo nuevo que no sé pero que deseo con todas mis fuerzas… Ahí me encuentro enfrente de Juan: “¿Qué deseas?… Yo: “Deseo dejar que Dios me habite, dejarle sitio, darle prioridad frente a mis intereses…” Me tomo mi tiempo… ¿Cómo me siento? ¿Qué deseo?… Lo pido…
Me doy cuenta de que Jesús me mira y me acerco para estar… Toma su tiempo para compartir conmigo lo vivido por Él, me cuenta: “Dios se parece mucho más a alguien de plena confianza que nos deja libres que a alguien con el que hacemos un pacto y si no lo cumplimos nos lleva cuentas, con el que estamos en deuda y para conseguir su complacencia lo tenemos que hacer por medio de sacrificios, ofrendas, donaciones… Hago mías sus palabras… Noto una manera nueva de sentir a Dios, más familiar… Me tomo mi tiempo.
Aprovecho esta oportunidad que me da de estar juntos para comentarle de mi parte: “Qué tiempos los tuyos en que la gente se agolpaba para cambiar de Vida… Ahora lo hacen para las rebajas de enero, para entrar a los partidos de futbol… Para sacar los billetes de vacaciones”… Me contesta: «Hoy sigo llamando una a una a muchas personas que se apuntan a comenzar algo nuevo… Es algo más personal…» Hago memoria de tantos que conozco que desean una vida nueva… Me tomo mi tiempo para ir descubriendo lo mejor de la gente…
5. COLOQUIO.
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.