Ascensión

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Lc 24, 46-53

Imagen de Div_IV (Pixabay)

 

0. TEXTO (leer los versículos enteros)

Jesús añadió:

– «Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto».

Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios…

1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)

¿Qué nos quiere decir Lucas con este texto? Para Lucas resurrección y ascensión suceden el mismo día, y para hablar de esa novedad de Jesús, de eso que han experimentado, necesita emplear términos nuevos y algunos conocidos, porque la experiencia es tan rica que no se puede abarcar sólo con una palabra. Por eso usa resurrección, glorificación y ascensión. Con ellas quiere expresar que el final del hombre Jesús no fue la muerte, sino la Vida.

La ascensión parte de una comprensión del mundo que vivían en tiempo de Lucas: El cielo es el lugar habitado por la divinidad, la tierra el de los seres vivos y el abismo (infraterra-infernus) el lugar habitado por el maligno. Por tanto el Verbo «baja», salva lo humano y lo inhumano y «sube», tras salvar todo, al lugar de donde partió.

Analizando varios aspectos del discurso vemos que, en primer lugar, “el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día.” Es decir, los trabajos del Reino del Amor y la fraternidad, al estilo de Jesús, conllevan sufrimiento. Además pueden acabar como acabó Jesús. Pero son vida y terminan en la Vida. En segundo lugar, “predicar a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.” Es decir, Dios perdona, me perdona y perdona a quienes lo mataron; por eso sabiendo que Dios no lleva cuentas, les pide a los habitantes de Jerusalén: “Convertíos porque Dios quiere perdonar y desea que comencéis una nueva vida.” Por último, podemos deducir que el Cielo más que un lugar es una relación. Si en la tierra nos relacionamos misteriosamente con la divinidad, esa relación continuará… ¿Cuánto tiempo más? El resucitado seguirá saliendo a nuestras vidas todos los días hasta el final de los tiempos desde el lugar al que ha llegado.

2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Comienzo esta contemplación uniéndome al grupo de los Doce y las mujeres que quieren hacer una celebración de despedida del Jesús terreno. Ya no está, pero quieren agradecer su vida regalada recordándose unos a otros: “Vivimos con Él y nos llenó la vida de sentido… No pudimos despedirnos de Él, más bien Él se despidió de nosotros en la última cena… Para despedirnos elegimos un espacio abierto, camino a Betania, no lejos de Jerusalén… Hacemos una oración de acción de gracias: Tú nos has fascinado, nos has hecho recuperar la ilusión, cuando hemos estado contigo hemos cambiado de raíz… eras Vida… y esa Vida ha entrado en nosotros… Gracias”… Me tomo mi tiempo y saboreo lo que estamos viviendo en grupo…

Pero de repente, nos sentimos sorprendidos por su presencia Viva, que notamos en nuestro interior como una fuerza vital. Todos sentimos estas palabras ”el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”… Miro a Pedro y a los demás. Les noto sintonizando con esas palabras y con la fuerza de seguir adelante cuando llegue el sufrimiento, algo normal en el camino de su seguimiento… Lo mismo que lo es en la vida, de la familia o de los amigos, el sufrimiento por hacer el bien… Pido yo también afianzarnos en Él y sus palabras… y afianzarnos con la Iglesia naciente…

También descubro la sintonía que existe en ese grupo de los Doce y las mujeres, y yo siento también lo mismo: “En su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”… Jesús sigue instruyendo: “Comenzad perdonando, decid a quienes me mataron que Dios no les lleva cuentas… pero que estaban equivocados… Vuestras vidas desarmadas lo muestran… No vais a vengaros ni a maldecir…. Decidles que Dios les da otra oportunidad, que se conviertan, que se den la oportunidad de conocer a Jesús y al Dios misericordioso que anuncié para su bien y el de tantos”… Aprovecho para repetir sus palabras a fin de quedarme con ellas…

4. JESÚS Y YO.

Noto que Jesús resucitado nos va mirando a cada uno-a y nos da una misión… Escucho interiormente una voz: “Sed mis testigos, sé mi testigo… testigo del amor servicial y de la fraternidad, testigo de mi vida resucitada… testigo de que estoy tratando de hacerme presente en las personas”… Le digo a Jesús: “Este anuncio es muy contracultural… porque es testimoniar a favor de Alguien excluido por la autoridad”… Le pido poder ser testigo en mi ciudad, en mi localidad… que lo haga con toda vitalidad y convencimiento…

Aprovecho este momento de diálogo con Jesús para preguntarle “qué palabras emplear para ser testigo… qué decir para hacerme entender… qué experiencia vivida me gustaría testimoniar… si tengo algo que me convence a mí mismo para comunicar… qué dificultades puede encontrar mi mensaje en las personas que conozco”… Comienzo a escribirlo para ir aprendiendo a decir las palabras adecuadas para comunicar esa experiencia tan verdadera…

Parece que Jesús quiere despedirse de este encuentro de hoy… Me sitúo con los demás para recibir Su bendición, su cercanía y su abrazo Pascual…  Lo hace personalmente con cada uno-a… me lleno de alegría cuando lo recibo… Pregunto si esto se acaba aquí… Me mira sonriente y me dice: “¿Una madre abandona alguna vez a su hijo?… pues así soy Yo… os tengo para siempre… seguiré a una con vosotros, haciéndome presente en vuestras vidas hasta el fin de los tiempos”… No quepo en mí de gozo por su permanencia en nosotros… Me tomo mi tiempo para saborearlo…

5. COLOQUIO.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

 

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