Jn 13, 31-35
0. TEXTO (leer los versículos enteros)
Después que Judas salió, Jesús dijo:
– «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Otros me buscarán, pero yo os digo ahora lo mismo que dije a los judíos: A donde yo voy, vosotros no podéis venir. Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Así como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros. En esto todos reconocerán que vosotros sois mis discípulos: En el amor que os tenéis los unos a los otros».
1. SITUACIÓN (explicación breve del texto)
Estos capítulos del discurso de la cena son una catequesis donde Jesús expresa lo que vive, siente y desea. Juan los coloca en el lugar de las despedidas, tras la cena, por tanto es un texto eclesial: Jesús se dirige a la que va a ser la Iglesia. Y comienza con la gloria. La gloria de Jesús sería la resurrección, el Padre le glorifica al resucitarle. Pero en Juan su glorificación es en la cruz, ahí muestra verdaderamente quién es: La persona fiel hasta el extremo, fiel al Padre y a su causa: la fraternidad
Por eso no es raro que coloque el mandamiento del amor (hasta el extremo) en relación con el tema de la gloria. “Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros. Así como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán que sois mis discípulos”. Este es el marketing primordial del cristiano: “Mirad cómo se aman”. La Iglesia no está primeramente llamada a ser ni una organización poderosa, ni un grupo influyente, ni un grupo con una sólida doctrina… sino el espacio donde hay amor fraterno. Donde hay amor fraterno, allí hay Iglesia.
Les sitúa también: «A donde yo voy, vosotros no podéis venir». No es en un primer momento cuando los apóstoles le siguen a Jesús, sino a la segunda, a la tercera, etc. Después de fallarle y recibir otra oportunidad. Sólo así, siendo perdonados, recibiendo otra oportunidad, es como van a seguirle hasta el final. Si no les hubiera dado otra oportunidad, sin perdón, no habría habido Iglesia.
2. HACEMOS SILENCIO (Ahora comenzamos propiamente la oración)
Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).
3. ME HAGO PRESENTE (revivo la escena): VER, OIR, GUSTAR…
NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).
Entro en el texto, de modo que lo viva y lo experimente yo hoy… Lo hago uniéndome respetuosamente a la situación que están viviendo Jesús y su grupo. Me hago presente en ese espacio llamado cenáculo, con Jesús, los Doce y, es posible que, con las mujeres que lo seguían; en torno a una mesa baja, recostados de lado para cenar y ahora atentos a las palabras, las últimas, de su maestro… Pongo toda mi atención en este momento que vivo, lo hago mío… Cómo me siento…
En ese espacio, a la luz del candil de aceite, huelo el aroma de la cena… pero sobre todo huelo el ambiente de emoción contenida creado por Jesús… Escucho atento a las palabras que salen de su boca: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado”… Escucho a los apóstoles decir: “Este es el momento de la victoria”… pero Jesús les está comentando: “Esta es la Hora de amar hasta el extremo, de entregar la vida… de la cruz… Esta es la gloria: Dar la vida sin odio, con perdón”… Cómo me quedo al constatar esa diferencia de comprensión del momento… Pido vivir al estilo de Jesús…
Jesús sigue “Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Vosotros me buscaréis, pero yo os digo ahora lo mismo que dije a los judíos: A donde yo voy, vosotros no podéis venir»… Estoy con los Doce que no comprenden sus palabras, tampoco yo… porque desde las expectativas del triunfo es muy difícil comprender las expectativas del amor… Miro mis expectativas que muchas veces van más en línea de conseguir prestigio, poder, estatus… Cómo me siento… Pido vivir en la onda de Jesús… Me tomo mi tiempo.
4. JESÚS Y YO.
Sigo escuchando… Descubro que la cosa va sólo por amar, sin otra expectativa… “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Así como yo os he amado, amaos también vosotros los unos a los otros”. Jesús se topa en ese grupo con mi mirada y es a mí a quien se dirige: “Ama a los otros como yo te he amado”… Comienzo a hacer memoria de tantas situaciones donde me he sentido amado por Dios… Voy recordando algunas… Aprovecho para darle gracias…
Escucho a Jesús: “En esto todos reconocerán que vosotros sois mis discípulos: En el amor que os tenéis los unos a los otros». Aprovecho la confianza para contarle a Jesús que más de una vez, cuando pienso en la Iglesia, me sale pensar que somos una gran organización, con medios de propagación, colegios, centros sociales, universidades… Que estamos esparcidos por todo el mundo, con una historia, con un corpus de doctrina fenomenal… Jesús me recuerda: “Lo que importa de verdad es si sois capaces de amar”… Me tomo mi tiempo… Cómo me quedo… Qué pido…
Me dirijo a Él y le pido descubrir ese amor con que he sido amado para poder hacer frente a las situaciones que me llegan y estar a la altura, de modo que Jesús me pueda decir: “Ahora donde yo voy sí puedes venir… Bienvenido a amar hasta el extremo, a dar la vida como te la han dado, a perdonar lo imperdonable, a confiar exclusivamente en Dios Abbá”… Se lo pido de corazón… Recuerdo la oración de San Ignacio: «Tomad Señor y recibid toda mi libertad… Dadme vuestro amor y gracia que esta me basta…«
5. COLOQUIO.
Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…
Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.