Apostar por la confianza

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Mc 5, 21-40

Imagen de Pixabay

 

0. TEXTO (leer la parábola entera).

Había una mujer que desde hacía doce años estaba enferma, con hemorragias. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado cuanto tenía sin que le hubiera servido de nada. Al contrario, iba de mal en peor. Esta mujer, al saber lo que se decía de Jesús, se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó la capa porque pensaba: “Tan sólo con que toque su capa, quedaré sana.” Al momento se detuvo su hemorragia, y sintió en el cuerpo que ya estaba sanada de su enfermedad.

Jesús, dándose cuenta de que había salido de él poder para sanar, se volvió a mirar a la gente y preguntó: «¿Quién me ha tocado?»

Sus discípulos le dijeron: «Ves que la gente te oprime por todas partes y preguntas ‘¿Quién me ha tocado?’»

Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién le había tocado. Entonces la mujer, temblando de miedo y sabiendo lo que le había sucedido, fue y se arrodilló delante de él, y le contó toda la verdad.

Jesús le dijo: «Hija, por tu fe has sido sanada. Vete tranquila y libre ya de tu enfermedad.»

1. SITUACIÓN, explicación breve del texto.

Situémonos en el contexto. El libro del Levítico (libro de las leyes) dice: “La mujer permanecerá impura cuando tenga su menstruación o tenga hemorragias; todo lo que ella toque quedará impuro, así como también quien entre en contacto con ella.» Por tanto, estaba impura para toda persona que la conocía. ¿Qué vida llevaría esta mujer dejada fuera de la sociedad? ¿Cómo tendría internalizado que era impura, que no merecía nada y que no se podía acercar a nadie?… Pero lo hace, y toca a Jesús trasgrediendo la ley. Se acerca por detrás y le toca de modo anónimo.

Jesús no se dirige a ella en términos de: “No has cumplido la ley, me has impurificado”. Jesús pregunta, y la mujer que ha trasgredido la ley (la costumbre asumida por todos), se acerca temblorosa y cuenta su situación. Jesús parece que desea que lo haga en público. Queda claro que hacían algo fuera de lo legal. Y queda claro que desde la acogida de Jesús queda reconciliada con Dios e integrada en la comunidad del pueblo, liberada de sus complejos y de sus miedos. La clave es la confianza: tu fe te ha curado (porque te has atrevido a sacar la fuerza de la confianza). La confianza se sitúa como clave de la relación humana y de la relación con Dios.

Y el relato de la hija de Jairo. Nadie más puede hacer nada por su hija. Recurre al profeta, el hombre de Dios, lleno de vida. El que se enfrenta a la muerte. Jesús es el único que cree que puede haber vida en aquella niña que el resto dan por muerta. La toma de la mano, en contra de la ley que impedía tocar a un muerto sin caer en impureza ritual. Pero en vez de quedar impuro la vida de Jesús es más fuerte que la muerte y da vida a quien se creía muerto. Al padre le dice: «Tú sólo ten fe.» Es la confianza la que obra milagros…

2. Ahora comenzamos propiamente la oración. HACEMOS SILENCIO.

Podéis tener a mano los pasos del cómo hacer silencio copiados en una hojita juntamente con el texto del evangelio a contemplar hoy. (Si necesitas los pasos para hacer silencio detallados entra en: oración contemplativa).

3. VEMOS, ESCUCHAMOS, SABOREAMOS EL TEXTO. YO ME HAGO PRESENTE (revivo LA ESCENA). VER, OIR, GUSTAR…

NOTA: Que los puntos suspensivos… sean el lugar donde pararse y contemplar (gustar y sentir).

Me sitúo en la escena como si presente me hallase. Veo una mujer que pierde sangre, una de esas enfermedades terribles por donde se va la vida. Además, según la ley, impura, que tenía que ser apartada de la sociedad y que no podía tocar a nadie porque todo lo que tocaba lo impurificaba… ¿Cómo viviría esta mujer esa situación? ¿Cómo se sentiría internamente por ser impura así como la consideraban todos?… La acompaño. Me pongo en su situación y me tomo mi tiempo para estar… La noto acomplejada, sintiéndose de menos, con culpabilidad por lo que habría hecho para estar así… Me doy cuenta cómo por su aspecto las personas se apartaban de ella… ¿Cómo me siento en esa situación con ella?… ¿Qué me gustaría hacer? ¿Qué quisiera pedir? Me tomo mi tiempo.

Sigo cerca de la mujer, me doy cuenta de que saca fuerzas de flaqueza de algún lado y se acerca por detrás a Jesús para tocar su manto, cosa que no podía, trasgredía la ley… No se atreve a ir de frente, por delante, porque no se siente digna… Estoy con ella cuando toca el manto de Jesús y queda curada (para nosotros un pequeño gesto pero para ella el gesto más osado de toda su vida: atreverse a tocar)… Veo la cara de felicidad que le nace… la acompaño cuando descubre que se ha cerrado la herida por la que se le iba la vida… ¿Cómo me quedo? ¿Le digo algo? Me tomo mi tiempo…

Observo a Jesús que se da la vuelta, empieza a mirar a su alrededor, también a mí, y pregunta: «¿Quién me ha tocado?» Los discípulos ni se han enterado… Le dicen: “pero si te están estrujando”… En su mirada de interrogación me siento sorprendido… yo sé quién… pero no quiero descubrirla y callo… La situación está un poco tensa… ¿Cómo me quedo? Animo a la mujer a que responda… intuyo que Jesús la busca, pero para su bien… ¿Cómo me siento? Me tomo mi tiempo.

4. JESÚS Y YO. 

Veo que la mujer se acerca y se postra a sus pies… Quizás por la confianza que le da Jesús cuenta ante todos su situación: 12 años perdiendo sangre, perdiendo vida… sin esperanza de que se arregle… Jesús escucha la historia… Le noto conmovido… Miro cómo la sitúa en medio de la gente, a quien antes no podía estar en ningún lugar público… Reconoce su valentía,  la de quien antes estaba acomplejada. Jesús valora su gesto: “hija, tu fe te ha curado… tu herida ha sanado… vive en paz”… ¿Cómo me quedo?…

Aprovecho para contarle a Jesús tantas situaciones de personas acomplejadas por tantos años de sentirse maltratadas, que se han convertido en personas que no se sienten nadie… explotadas laboralmente o sexualmente… tratadas siempre como de cuarta categoría… a quienes siempre se ha comparado para salir malparadas… Me dice: “A ver cómo consigues devolverles la confianza perdida. Yo estoy con ellas antes de que tú llegues… te acompaño”… ¿Cómo me siento?…

Cuando llega a casa de Jairo, todos dan por supuesto que no se puede hacer nada, porque están convencidos de que su hija ha muerto. Me doy cuenta de que Jesús lo escucha y dice al padre: «confía… ten fe… no está muerta, sino dormida»… Yo estoy cerca de Jesús. Es el único que cree que esa situación de “muerte” tiene salida… Pero ya le han dado por muerta… Le cuento a Jesús tantas situaciones que vivimos sin futuro y abandonamos, por ejemplo: una relación de familia que creemos definitivamente rota, un grupo que decimos hasta aquí hemos llegado, alguna persona enferma sin futuro, o atrapada de tanto oír que nunca saldrá adelante… ¿Cómo me mira? Le pido confiar en las personas, aun cuando parece que ya no quede un aliento de vida…

5. Y vamos terminando la oración con un COLOQUIO con Jesús.

Lo hago recogiendo lo vivido en la oración… Le cuento lo que más me ha llegado… Lo que parecía que iba para mí… Aquello con lo que más me he identificado… Un texto, una palabra, una imagen… Y le pido algo… O le doy gracias…

Y así termino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

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